Una buena ventilación es indispensable para nuestro confort y para el desarrollo de nuestras funciones vitales, entre ellos la provisión de oxígeno que respiramos y el control del aire que emitimos.
Actualmente, los edificios de viviendas se construyen cada vez más compactos y mejor aislados para evitar las ganancias térmicas en verano y las pérdidas de calor en invierno. Sin embargo, esto implica que las viviendas sean cada vez más estancas e impermeables al aire exterior.
Un edificio estanco anula las posibilidades de ventilación que tradicionalmente se han venido produciendo en las viviendas antiguas a través de las ranuras de puertas y ventanas, con la consecuente pérdida de confort y de salud de las personas que las habitan.